JOAN SERRA MINGOT

 

El último domingo de febrero de cada año, un gran estruendo y mucha pólvora impregnan la Plaza del Ayuntamiento de Valencia. Es la cridà, la primera mascletà del año y el pistoletazo de salida de unas fiestas protagonizadas por esculturas de cartón piedra de hasta 30 metros de altura. Empieza la cuenta atrás para las Fallas de Valencia.

 

Las Fallas son unas fiestas populares celebradas en Valencia y en otros municipios de la Comunidad Valenciana entre los días 15 y 19 de marzo. Oficialmente empiezan alrededor de dos semanas antes, el último domingo de febrero, cuando la Fallera Major anuncia el inicio de los festejos. Seguramente ahora os estaréis preguntando, ¿y qué es la Fallera Major? Pues es la representante de las Fallas de cada año, acompañada por un séquito de falleras de menor rango que visten el traje tradicional que las mujeres valencianas usaban en ocasiones especiales siglos atrás. Son muy característicos los dos moños que las falleras llevan en las sienes, conocidos como rodetes, muy caricaturizados en el resto de España. Sin embargo, comprar uno de estos trajes no es para tomárselo a risa, pues sus precios oscilan entre 2.000 e incluso más de 12.000 euros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Uno de los mayores atractivos de esta fiesta es la iluminación de las calles de Valencia. 850.000 bombillas utilizó la comisión fallera Cuba-Literato Azorín para convertir su falla en una de las más vistosas y en la ganadora del año 2013. Las mejores iluminaciones suelen concentrarse en el barrio de Ruzafa y sus calles viven una explosión de luz y color, con arcos luminosos de hasta 14 metros de altura y figuras como esferas, columnas o puentes que incluyen música para animar aún más el ambiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como toda fiesta que se precie, la gastronomía ocupa un lugar muy importante. Durante la semana fallera, numerosos bares y puestos ambulantes venden los tradicionales buñuelos de calabaza, un dulce que acompañado por chocolate está para chuparse los dedos. Y por supuesto, la paella valenciana. Se cocina constantemente en locales, carpas e incluso en plena calle. No, los valencianos no están locos. Es parte de la fiesta y preparar paellas a cualquier hora del día y en cualquier lugar es una de las costumbres más populares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No obstante, no habría Fallas sin los llamados ninots. Son monumentos de enormes dimensiones que combinan la estética con el humor y la sátira, normalmente sobre temas de actualidad. Los temas más light, están reservados para las fallas infantiles, de menores dimensiones. Los artistas falleros se encargan del diseño y la construcción – entre muchas otras responsabilidades – y para ello utilizan madera, cartón, papel o poliestireno, es decir, materiales combustibles. ¿Y por qué estos componentes y no otros más resistentes…?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

…Pues para quemarlas, porque esa es la razón de ser de las Fallas. Obras de arte que se convierten en cenizas en la noche del 19 de marzo, conocida como la cremà. Los falleros rocían el monumento con gasolina y a la luz de un enorme castillo de fuegos artificiales, le prenden fuego mientras la Fallera Major llora el final de las fiestas. La caída de los últimos resquicios del ninot arranca el aplauso multitudinario de un público emocionado que, al día siguiente, debe olvidar los días de fiesta y volver al trabajo.